Iuri Tabatadze no pudo tener un estreno más redondo con el Cádiz CF. El georgiano, recién llegado y ya decisivo, firmó un debut soñado: gol y victoria para los amarillos. Un estreno que bien podría calificarse como “llegar y besar el Santo”, como si hubiera entrado por la puerta grande. Su bautismo fue con gloria, dejando claro desde el primer día sus credenciales y sellando su carta de presentación con un tanto que vale tres puntos.
La historia de Tabatadze con el Cádiz promete. Lo exótico de su fichaje y el inicio de su etapa como cadista no pueden ser casualidad, y la afición amarilla ya se frota las manos para comprobar que lo del georgiano no ha sido cosa de un día y se puede convertir en una relación de amor entre la grada y el futbolista. Porque carisma le sobra a Iuri. La celebración del gol, con rabia y con el lenguaje corporal de una persona que ha cumplido su objetivo de dejar huella en sus primeros minutos. La celebración de la victoria, con alegría y con una conexión con la parroquia que pareciera forjada durante años.
Pero no. Porque Tabatadze llegó a España el pasado fin de semana, su inminente fichaje por el Cádiz se filtró en la tarde del domingo y el lunes ya estaba pasando reconocimiento médico en San Rafael. El miércoles, primer entrenamiento y el jueves presentación como nuevo jugador cadista. Una semana que culminaría en la tarde del domingo, aprovechando el tremendo error de Bernabéu para batir con solvencia a Diego Mariño. La suerte del principiante dicen algunos. Pero la suerte hay que buscarla y el georgiano estaba donde tenía que estar para aprovechar el regalo. La afición tenía ganas de Tabata, y Tabata tenía ganas de liarla. Y así fue. Llegar y besar el Santo, por Iuri Tabatadze.


